jueves, 17 de febrero de 2011

ANDALUZ


Hablo de este  andaluz que llevo dentro,
de su tristeza inmensa, como el mar,
de su mirada  honda, como un pozo,
de su piel milenaria y trasudada.
Hablo de este  andaluz, tan andaluz
como el cante  y el  vino y la  guitarra;
como las  fatiguitas  de  la muerte
y el renacer perpetuo del deseo.
Hablo de este  andaluz que huye y  huye
en su  jaca  cegada  de pasiones
por  los  largos  caminos de la ausencia
con su  viva  casaca  de alamares.
Andaluz  de crepúsculos  y auroras;
de  medias  tardes  rojas y horas lentas.
Andaluz sin su reino, como  todos
los andaluces,  solo  y destronado.
Andaluz para  el llanto y para el beso.
Arca  de mil memorias, donde el polvo
se rebela  gritándole  al olvido.
Viejo  carro parado  en puerta  falsa
de casa  abandonada. Vagabundo
gimiendo  bajo el  puente de la  vida,
muerto de soledad y acariciando
leves y fugitivos  paraísos.
Andaluz, andaluz siempre  sediento
de amor y de alegría, aunque fingiendo
ante el mundo ser  dueño  de ambas  glorias.
Andaluz  por  millones  de  muertos y de vivos.
Hablo de este andaluz, de  esta locura
que lleva  en la ilusión de sus zapatos
barro de los  planetas  más remotos
y galaxias  encinta  en su sombrero.

       JUAN  CERVERA  SANCHIS
      México D. F.,  14  febrero  2011

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