Irse de pronto, regresar sin nada.
Regresar, quizá
con un par de litros de leche,
pan dulce, y un remedo de circunstancias.
Tenderse vacío
escuchar el corazón en el abismo.
Quizá escapa cada noche,
quiere dejarse
quien arrebata el sueño.
Y duerme. El alma quizo.
Regresar, quizá
con un par de litros de leche,
pan dulce, y un remedo de circunstancias.
Tenderse vacío
escuchar el corazón en el abismo.
Quizá escapa cada noche,
quiere dejarse
quien arrebata el sueño.
Y duerme. El alma quizo.
Irse de nuevo. Andar trabajando,
ya hecho el pan, el colegio y el postre,
estar, sentir
que algo falta en el estómago.
Entonces más,
porque se irrita lo insoportable
que traemos dentro.
Y la tele y al cine y otro postre
y vino y hierba y otro nuevo
cambio de atuendo.
Quizá se deshaga de sí mismo.
Pero aquel, lluvia,
cálido e inmenso yo,
vuelve siempre
extraviado a nosotros
por más que
a golpe de nuevas cosas
lo forcemos perdedizo.
Abraham Peralta Vélez, 4 enero 2011.
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