Nací mientras el vientre de la
ausencia,
por el tacto, quebrábase y paría.
Que mi tacto quebró la hora vacía,
mientras me embalsamó, la luz,
presencia.
Mordí de la luz, luz, la difluencia.
Mientras que tacto, luz, recién nacía,
lumínico, difluente, me moría,
luz de la luz, mortuoria lactescencia.
La luz que en tacto rompe, polvorienta,
me amortajó el tiempo de su vientre;
me hirió con el amor de su espejismo.
Hizo de mí su vaso, su hermetismo
frágil, su callejón que se fragmenta
a cada instante que la luz concentre.
Abraham Peralta Vélez,
20 de mayo 2013, madrugada,
D.F., casa de la Unidad Modelo.
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Abraham Peralta Vélez |
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