miércoles, 11 de diciembre de 2013

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Que nazcan los versos
por aquí y por allá.
Que aquí y allá recién nacidos
rían, lloren y griten,
a nalgadazos del lector
que al final los pare
del vientre de la hoja embarazada.
Que nazcan con cesárea
o parto natural
en un lector de guantes, cubre bocas;
en un lector a manos llenas
naturista, sangrantes,
bajo el agua solitaria y profunda.
Que nazcan versos diarios
como mueren almas diariamente.
Que se sientan sangrantes
y puros, recién nacidos.
Que el verso sea capaz
de recién nacer consigo a quien los pare
de su embarazado vientre
y no para el redil
de la erudición y la polilla,
el premio, la feria, y el monumento.
Que recién nazcan cada día.
Que los halle quien se pierda
cuando riega el café
a la vuelta de la esquina de una servilleta.
Que los halle quien se encuentre
con el dolor a solas, expulsado de sí,
derruido en el odio.
Que nadie se quede tumbado en la llaga, arrellanado.
Que nadie absolutamente muera
sin asistir al parto de un verso.
Que nadie muera absolutamente
sin asistir al parto de una estrella.
Que nadie ande muerto por la vida
sino por la muerte misma, vivo.
Que la vida los colme hasta la muerte,
que la vida los mate y no la muerte,
para que la muerte los nazca
y no
los entierre.

Abraham Peralta Vélez 2 de diciembre de 2013


TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

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