sábado, 15 de enero de 2011

Un hombre ha muerto


Un hombre ha muerto, se llevó mis ojos.
Dime, amor, dime amor: ¿Cómo te voy a ver?
Un hombre ha muerto, se llevó mis manos.
¿Me puedes tú decir, ¡oh, amada amante!,
cómo será posible acariciarte?
Un  hombre ha muerto, renunció a mi sombra.
Amor, ¡ay!, dime, amor:
¿En qué rayo de sol colgaré mi sombrero?
Un hombre ha muerto, te dejó mis trajes,
mis zapatos, mi pluma, mis corbatas...
Dime, amor, dime, amor: ¿qué harás con todo eso?
Las  corbatas, los trajes, los zapatos,
los podrás envolver y darlos al asilo;
pero dime tú, amor: ¿en dónde encontrarás
al hombre enamorado que acepte hacerse cargo
de mi pluma decidido a escribir
versos de amor al aire de tu pelo?
Un hombre ha muerto, se llevó mis labios.
Ya nunca más, amor, podré encenderme
de besos en tu boca.
¡Qué terrible es la muerte, amada mía!
Caben en ella todas las amnesias
y todos los recuerdos también caben en ella.
Un hombre  ha muerto, se llevó mi vida.
Dime tú, amor del alma, si aún muerto quepo en ti
y así, pese a mi muerte, no moriré del todo
en tanto que tú  vivas y me lleves contigo,
incluso  hasta  la  cama con tus nuevos amantes.
Un hombre  ha muerto, lo dejó aquí todo.
Dime, amor, dime, dime: ¿cómo entonces
alguien se fue si no se llevó nada?
Un hombre ha muerto...suponía ser  yo.

       JUAN  CERVERA  SANCHIS

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