martes, 22 de noviembre de 2011

Crónica de la semana

UN NIÑO A MITAD DE LA NOCHE
Era el último camión del paradero del metro Zapata, a las once y cuarto de la noche. Veníamos cansados, con el rostro adusto, sólo algunos enamorados se decían adiós y un pálpito de luz rebrillaba en su despedida. Sin embargo, el ambiente era de cabisbajos, de pláticas lentas, y otros con su música iban en otro camino.

Lo intersante de aquella noche fue que al subir al camión era mujer la que cobraba, tal como "la taxista" de tin-tan, y venía su niño, robusto y sonriente, que cobraba el pasaje del último camión a casa. ¡Qué sorpresa nos llevamos!, al subir al camión, nos hacía sonreír aquel niño, y un hálito de vida regresaba al cuerpo cansado.

Un niño, aún fresco, era quien nos motivaba a seguir vivos. Y sin saberlo él, y sin saberlo algunos que reían. Cobraba, interactuaba, vivía sin cansancio a tal hora de la noche.

¿Y qué? No quiero decir: "vaya por la vida con un letrero de sonrisa", pues el cuerpo y el alma se cansan, llegamos, cada día, a un ocaso de nuestra vitalidad, y nada se puede contra eso. O que los niños tengan que hacerlo también a cada instante, como obligación de nuestros prejuicios rosas sobre ellos. Mas hay que reconocer que en el desierto, una gota de agua nos regala un oasis, tal como aquel niño al final de nuestro día, a punto de partir a casa. 

DON NADIE



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