jueves, 23 de septiembre de 2010

Miscelánea poética

Qué venga el poeta

Que venga el poeta.
Y me trajisteis aquí para contar las estrellas,
para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena.

Este era el contrato.
Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados,
a cargar con con mi fusil y a escribir en la oficina de un juzgado.

Me trajisteis aquí para cantar en unas bodas
y me habeis puesto a llorar junto a una fosa.

León Felipe

sábado, 11 de septiembre de 2010

Vivir acorralado

Vivir acorralado es cabronsícimo.
Nacer acorralado es no nacer
y vivir sin vivir, y esa es mi historia,
por cierto, sí, por cierto nada original,
ya que es la muy vulgar historia
de miles de millones de millones,
entre los que no faltan algunos millonarios.
Gran chinga sin duda alguna pues
y chinga grande es vivir sin vivir.
De verdad de verdad que es cabronsícimo
vivir acorralado y, pese a ello,
intuir la poesía de otras vidas
y otros mundos, que hay millones de vidas
y millones y millones de mundos,
más allá de estos feos corrales,
más allá de estas cárceles sombrías
y estas oxidadas y pesadas cadenas.
No todo son corrales, que hay rendijas
y balcones y puertas de salida.
Que hay salidas, que hay puertas y balcones
y caminos camino del amor;
que hay vida y alegría más allá
y más allá de estos corrales.
Más allá y más allá, pero ¿y aquí?
¡Ay, aquí! Aquí, aquí, ya ves,
los corrales se estrechan
y las puertas, cerradas a golpes de cerrojos,
esta noche, mi vida, vida mía,
me andan robando el aire
y aquella nubecilla, ¿recuerdas, ay, recuerdas?,
que cuando yo era niño
me anunciaba la lluvia y con la lluvia
la siempre hermosa y bella libertad,
que siempre trae consigo
la luz regocijante y abundante
de la vida sin más cuando la vida es vida.


JUAN CERVERA SANCHIS