domingo, 5 de junio de 2011

Hiakus


La alondra ciega
creía viendo hacia dentro
que era  una estrella.

El colibrí
volaba y revolaba
por  el jardín.

El surtidor
jugaba con el agua
envuelto en sol.

Las niñas  flores
bordaban en las nubes
vivos colores.

El limonero
encendido  de frutos
era un portento.

Entre las rosas
despertaban la envidia
las  mariposas.

El hechizante
aroma de los  nardos
poblaba el aire.

Un ruiseñor
extasiado soñaba
sueños de amor.

La  noche en pleno
rendía  culto al jardín
y al jardinero.

La tierra viva
del jardín era un canto
de raíces místicas.

JUAN CERVERA SANCHIS
México D. F.,  5 Junio  2011