domingo, 17 de junio de 2012

Entrevista a Efraín Huerta

Efraín Huerta,  el gran cocodrilo
Por Juan Cervera Sanchís 

Efraín Huerta nació en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914. Desde muy joven vive en la ciudad de México. Junto con Octavio Paz y otros poetas de su generación fundó la revista Taller. En 1945 el gobierno francés le otorgó las palmas académicas. Su primer libro apareció en 1935 y desde entonces no ha cesado de escribir. Sus poemas han sido traducidos a más de siete lenguas. Al decir de Rafael Solana: “Efraín Huerta es uno de los poetas más puros, más finos, más elevados, y de calidad más exquisita entre todos los mexicanos, y quedará clasificado como uno de los espíritus poéticos más delicados de nuestro tiempo”
Con Efraín Huerta, con este poeta que nos dice que “los hombres van cantando”, hemos platicado hoy interrumpiendo su soledad, esa soledad suya “que se queda solo con su poesía y que, levantada sobre el mundo, respirando un aire de intelectualidad refinada y de sentimientos más delicados y altos que los de la superficie de la tierra, adquiere una calidad más distinguida y más pura que la de los poetas que se dejan arrastrar por los torrentes sensoriales”.
– ¿Cómo se despertó su vocación poética?
    –Yo tuve mucha suerte en mis tiempos de estudiante, pues el grupo que me tocó en la Preparatoria A-1, estaba integrado por muchachos con grandes inquietudes literarias. Ahí precisamente conocí a Rafael Solana, y bajo aquella misma atmósfera, también establecí contacto con Octavio Paz, Rafael López Malo, José Alvarado, Enrique Ramírez y Ramírez. Todos ellos, poco después de yo conocerlos, comenzaron a publicar la revista Barandal y, luego, Cuadernos del valle de México. Bajo aquel clima se despertó mi vocación. Recuerdo que Paz publicó su primer libro, Luna silvestre, en 1933, y Rafael Solana, al mismo tiempo, publicaba también su primer libro, titulado Ladera.
    Y es curioso pues el último libro de Octavio Paz se titula Ladera este. Por aquel tiempo Solana fundó la revista Taller poético, madre legítima de Taller, revista esta última que perteneció a la generación a que yo pertenezco. Los títulos de Taller  poético y Taller fueron inspirados por Carmen Toscano, que un día llegó y nos dijo: “Acabo de ver una tienda que se llama Taller de Lunas”. Antes de todo esto, yo había empezado a publicar mis primeros poemas en periódicos de provincias. Mi primer libro, Absoluto amor, no apareció hasta 1935. Al año siguiente, publiqué Línea del alba. Ah, quiero decirle algo sobre mi primer libro. La edición la pude costear gracias a Carmen Toscano, quien disponía de un dinero, ciento cincuenta pesos, para comprarse unos zapatos y no sé qué más. Le había dado yo el libro a leer, y vino y me dijo: “Mejor nos gastamos el dinero que tengo en publicar tu libro”. Me pareció muy bien e hicimos una edición de ciento cincuenta ejemplares.
–Muy bien, y de entre todos sus libros ¿cuál aprecia más?
–El que más me gusta es Los hombres del alba.
Efraín Huerta fuma mucho, toma café y se levanta con frecuencia. Más tarde, sabremos por qué, nos ha dejado sólo un momento. De nuevo vuelve.
– ¿Cómo ve la joven poesía mexicana?
–Muy buena, extraordinariamente buena.
– ¿Qué jóvenes poetas destaca?
–Yo destacaría a Xorge del Campo. No sé dónde se ha metido este muchacho. ¿Usted lo conoce?
–Sí, lo veo con frecuencia.
–Pues dígale que me gustaría verlo.
–Se lo diré.
–Gracias. Bien. Íbamos a destacar a algunos jóvenes. Junto al ya nombrado, están también Raúl Garduño, Gerardo Ciper, Alejandro Aura, Dionicio Morales y David Huerta, mi hijo.
– ¿Qué línea siguen estos jóvenes poetas?
–Creo que hacen de todo. No se podrían clasificar en una línea determinada. Escriben tanto poesía social como amorosa, aunque con frecuencia demasiada objetiva. Pero todos ellos escriben muy bien, y yo creo que, dentro de diez años, más o menos, harán la mejor poesía de México.
– ¿Cree usted que superarán a los poetas de su generación?
–Ya los superaron en muchos aspectos.
–Háblenos de su generación un poco más.
–Nuestra generación nació al impacto de la Guerra Civil Española.
– ¿Qué significó para ustedes aquella guerra?
–Significó abrir los ojos a una realidad que se nos había cerrado en los castillitos universitarios.
– ¿En qué países de lengua española se está escribiendo hoy la mejor poesía?
–En México, en España, en Cuba, El Salvador, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Argentina y Puerto Rico se está escribiendo hoy muy bien, y en todos estos países hay estupendos poetas jóvenes.
– ¿Qué poetas jóvenes de los mentados países considera usted más importantes?
–A mí me gustan mucho Roque Dalton, de El Salvador, y Antonio Cisneros, del Perú. Estos dos jóvenes son dos grandes poetas ya.
–A su juicio, ¿cuál es la misión del poeta?
–Uno de mis grandes maestros, el argentino Raúl González Tuñón, dijo
que la poesía era el perfecto equilibrio entre la armonía y el caos. Para hablar de este equilibrio, el poeta debe ser un testimonio vivo y activo de su tiempo.
– ¿Qué piensa de la poesía llamada de protesta?
–Yo no creo mucho en la poesía de protesta; yo creo en la poesía testimonial.
–¿Cree usted que nuestro mundo tecnológico tiende a destruir la poesía?    
–No, primero se destruirá a sí misma la tecnología. La poesía no podrá nunca ser destruida por nada ni por nadie.
– ¿A quiénes considera usted sus maestros?
–Hay una línea española que viene de Góngora a Bécquer, y hay un Vicente Aleixandre, un Rafael Alberti, un González Tuñón y un Carlos Pellicer. Recuerdo ahora que Octavio Paz hizo un estudio sobre mi poesía hace años, y dijo algo que no había dicho nadie antes, en donde se aclara lo dicho más arriba por mí.
– ¿Ser poeta qué implica para usted?
–Implica un compromiso permanente con la expresión lírica. Aunque ahora el compromiso es menor debido a la edad. Es decir, que escribo menos, pero con mayor fuerza. Ahora mi máximo placer es ver qué escriben los demás.
–Hemos hablado de la poesía social. Bien. ¿Qué opina de la poesía amorosa? ¿Cree usted que en nuestro tiempo es lícito seguir escribiendo ese tipo de poesía?
–Toda la vida, pues el poeta es amor, es lícito y legítimo y necesario escribir poesía amorosa. El más grande poeta de los últimos tiempos, Paúl Eluard, es esencialmente político.
– ¿Qué es la libertad del poeta?
–El poeta debe respirar vida; no creo en la libertad que tiene cara de perro. El poeta está siempre con los encendidos, con los dueños de la calle y los dueños del amor.
–¿Qué papel cree usted que tiene la poesía en el presente y futuro del hombre? 
–La poesía tiene una proyección que nada ni nadie podrá liquidar. Es el segundo esqueleto del ser humano y la víscera esencial del hombre.
– ¿Por qué razón cree usted que la mayoría de las gentes desdeña la lectura de los libros de poesía? 
–Porque la poesía es Arte Mayor y a la mayoría de las gentes les resulta asustante leer versos y, sobre todo, versos modernos. Mire usted, el poeta que más se vende en México se llama Antonio Plaza y murió hace un siglo. Además, hay un culto a él en México. Bueno, yo creo que es el único poeta que tiene un culto aquí.
– ¿Qué piensa de nuestro mundo actual?
–Que es un mundo desquiciado, como todos sabemos. Aunque considero que Ho Chi Minh estará vivo todavía durante mucho tiempo.
– ¿Qué piensa de usted mismo como poeta?
–Qué soy el poeta más desordenado y más mal educado, retóricamente hablando  de todo México. Sin embargo, creo que hay algunos poemas míos, que medio se salvan. Por ejemplo, los titulados “Avenida Juárez”, “El Tajín”, “La raíz amarga” y “Los responsos”.
–De  no haber sido poeta ¿qué le hubiera gustado ser?
–Futbolista o editorialista político.
– ¿Qué prepara actualmente?
–Preparo una colección de poemas que se llamará Cuba revolución y otra colección que se titulará Poemínimos y también la edición privada de los Poemas prohibidos.
Efraín Huerta, que no deja de estar inquieto se levanta de nuevo y desaparece durante unos minutos. Vuelve y le preguntamos.
– ¿Qué piensa del amor?
–Le voy a decir un poemínino que se llama Tótem: “Siempre amé con la furia silenciosa de cocodrilo aletargado”.
– ¿Cómo nacen estos poemínimos?
–Nacen en cualquier parte; en un automóvil, en el baño… Si quiere copiar alguno aquí tiene los originales.
Efraín Huerta se va de nuevo, y al poco rato vuelve; su cara da muestras de preocupación. Nosotros, sin embargo, no queremos preguntarle nada, por no parecer indiscretos. Sí queremos preguntarle sobre lo que fue el “Periquillo” cuando estuvo en sus manos en estas mismas páginas.
– ¿Podría usted hablarnos del “Periquillo”?
–Claro que sí –Efraín sonríe y cambia su aspecto –. “El Periquillo” era una sección que hacíamos todo un equipo formado por Antonio Acevedo Escobedo, Raúl Ortiz Ávila, Juan Rejano, Héctor Pérez Martínez, Antonio Magaña Esquivel, Luis Cardoza y Aragón, Ricardo Cortés Tamayo y otros más. En su última época era una página satírica, aunque bien intencionada, que hacía vibrar a muchos escritores. Recuerdo que con mucha frecuencia nos llamaban voces desconocidas, o conocidas, por teléfono, para insultarnos. Esto era muy frecuente, y tal vez los autores de las llamadas tenían buenas intensiones, así como nosotros.
Efraín Huerta se levanta de nuevo, dizque va por unos libros para regalárnoslos. Tarda más de la cuenta esta vez. Retorna con los libros, pero en su cara se muestra disgustado. Y mientras nos dedica los libros, nos dice de pronto.
–No voy a poder seguir atendiéndolo. He estado, mientras usted ha estado aquí, pendiente de una llamada telefónica. Me acaba de llamar mi hermana y me ha dicho que mi madre se encuentra muy grave.
–No se preocupe por mí. Creemos que la entrevista ya está terminada.
Gracias. Bueno, voy a preparar las maletas. Ella está en provincia y… Es ya muy grande, pero…
–Lo entiendo.
–Tome, tome los libros. No se vaya sin ellos. Espero verlo de nuevo.
–Nos veremos.