sábado, 30 de abril de 2011

Juan Cervera Sanchís y los niños

Ahora comparto un excelente ensayo sobre nuestro querido poeta Juan Cervera Sanachís. El análisis lo lleva a cabo Joaquín Gutierrez Niño, reportista en brega e impulsor de una subcultura de tesmonio, la mayor de las veces, crítico, otras poética y otras chábacano, a través de su blog: SIGNOS. Ahí les va dicho:


Desde que lo conozco, hace casi cuatro décadas, el poeta andaluz Juan Cervera Sanchís ha denotado, de una y mil maneras, un interés permanente por los niños.

Sus propios sobrinos y ahijados, los hijos de los amigos y ahora nuestros nietos (o sobrinos nietos, como en su caso) ocupan en forma reiterada gran parte de las conversaciones…
Hace poco, ante el caótico devenir mundial, hablaba -mitad en broma, mitad en serio, como suele hacerlo- que si estuviera en sus manos acabaría con nuestra especie, tan imperfecta y depredadora, aunque de inmediato rectificó: “sólo me detendría por los niños”.
Y es que Cervera, quien desde sus años mozos escribiera que nadie debería morir sin haber traído al mundo un hijo, conserva una fe inquebrantable en la renovación del ser humano.
Así, su obra no solamente no puede ser ajena a ese interés por la infancia y la niñez, sino que en forma recurrente -aunque, claro, bajo diversas formas y giros poéticos- vuelve siempre a los niños.

Si ustedes me permiten
creeré nuevamente, como cuando era niño,
en la luz y el amor del arcoiris
y en todos los colores que embellecen la vida.

Esa creencia se torna evocación y fuerza vital. Pasajes y elementos de su dura pero finalmente maravillosa niñez se trastocan en imágenes que dan vitalidad a sus versos.
El Cervera niño, principalmente por la pureza de sus principios, expresados a veces en berrinche personal, pero esencialmente en el núcleo de su pensamiento y acción, prevalece en su poesía y en su vida cotidiana:

Quien viene conmigo sabe
que en las cosas más sencillas,
como es la risa de un niño,
es donde el misterio anida.

De esa manera, con mirada niña, Cervera Sanchís se asoma a lo más elevado del ser humano, o al menos lo más rescatable, y lo hace imagen perdurable.

Qué importa esta tristeza,
esta tristeza mía,
si diariamente el aire silba sonriente
y brotan niños nuevos de los vientres maternos,
cantando
la canción de la vida bajo el sol,
como un campo de trigo que brotase
reverdeciendo el ansia de la tierra.

Con el candor requerido, Juan recuerda y recrea nubes, ríos, ruiseñores y árboles de la infancia; rostros y vestigios de ternura; juegos y cantos que se abrieron paso entre la tristeza y el dolor de la postguerra en España.
Y entona su propio canto para los niños. Primero, “Corre que te alcanza el corro” y, ahora, su “Cancionero infantil”.

Cara al amor, al hombre
y al misterio
camino hacia el futuro,
y por encima
de mi muerte,
me entrego
a la esperanza
como si mi niñez
no hubiera sido
pisoteada ya,
como si aún,
su fragancia vagara
por mi pecho
insinuante
y dulce,
como un soplo
de brisa
a la caída de la tarde,
bajo la media luna
y las estrellas
que cada noche ponen al alcance
de mi alma sedienta
el mar de Dios.

Cervera y los niños son una sola cosa, un alma en afinidad. El los quiere y se sabe correspondido. Por eso escribe al futuro, a la muchacha (niña aún y quizá todavía no nacida) que se enternecerá -por eso y de suyo- con su canto inmortal.

JOAQUIN GUTIERREZ NIÑO

jueves, 28 de abril de 2011

Coplas sentimentales

Estrellas en el estanque
burbujean ignorándose
en conflictos constantes.
¿Soy quién, dices, quien soy yo?

Estoy buscando el camino,
entre caminos de azar,
para encontrarme, camino,
camino en la adversidad.

Dejar ser, no enjuicies más
con las jaulas del saber,
descubre el ave al volar,
ya será quien quiera ser
mientras va siendo al pasar.

Sólo sabrás de la luz
si estudias las partículas
y no olvides que también
es onda y es poesía.

La flor irradia alegría
como una hermosa mujer
y algo de triste vida
raíz difícil de ver.

La lluvia nunca termina
cuando acaba de llover,
la lluvia siempre da vida
a los muertos por nacer.

Qué difícil distinguir
y saber de la verdura,
marchante, hay que sentir
y dudar de la hermosura.

Nunca digas nunca, poeta,
pues digo siempre nunca,
nunca dejaré este camino
de amor, fantástica luna.

Aunque silencien a golpes
de hambre y maten la voz,
siempre, siempre habrá poesía
muy hondo en el corazón.

Qué importa sino se encuentra,
si se sufre, si se pierde;
qué importa sí o no real,
si envilece y ennoblece
la mirada entre los hombres
y se busca y se siente.

Como me ves te verás,
yo no sé si me veré
en aquel camino suyo,
sólo sé que moriré.

Dejaré de ser como tú,
le dije a mi espejo,
niño. El tiempo pasó
todavía en el reflejo.

Yo no quiero andar triste
y marchitar el amor
que dejaron bisabuelos
en el campo del dolor.

En mí existe la guerra
del deseo y del control.
Escuche que el bajo instinto
se cura con el amor.
Deja saberes y andares
y escucha a tu corazón.

Todo por servir se acaba
y acaba por no servir.
Pues he sentido al vivir
que al acabarse no acaba
y acaba por servir.

No se hable nada más,
Dios, colibrí incoloro.

lunes, 25 de abril de 2011

Poemas de Juan Cervera Sanchís


Juan Cervera Sanchís, vivo
ALGUIEN

Alguien con quien llorar.
Busco y busco
alguien con quien llorar.
Quiero  llorar a  mares.
Quiero y quiero llorar.
Quiero  llorar con alguien
y, ese alguien,  amor,
amor  mío, eres  tú.

AÚN
Aún no aprendo a  vivir
y ya  no tengo vida que vivir,
la  vida se me ha ido,
se me ha ido  la  vida
y aún no  aprendo a  vivir.

 HE  DESPERTADO...
He  despertado  hoy
y apenas si recuerdo
un sueño  malherido,
un sueño que soñaba
y soñando creía
que sería  realidad
y ahora apenas  si es
un sueño  que agoniza
y sabe  que  muy pronto
acabará  perdiendo la  memoria
y  vagando  sin norte
por  las inmensidades del olvido.
He despertado hoy
 en mitad de mi vida
y sin mi vida
y haciéndome preguntas
que  no encuentran  respuestas:
¿Acaso  sabes   
adónde van los  sueños
cuando uno despierta?

   JUAN CERVERA  SANCHIS
   México D. F., 23 ABRIL 2011

miércoles, 20 de abril de 2011

Metlac, testimonio



José María Velasco, El puente del Metlac
Ahora ha granizado
y ha faltado algo por decir.
Perdonarme, si quereis,
por insistir en las flores de Fortín, Veracruz,
pero la lluvia de abril trae consigo
la nostalgia en las nubes,
lo perdido en el río, alegre, 
de la infancia,
fundiéndose el hoy en el ayer
en una lluvia misma,
embargada de tristeza.

Un tren pasaba sobre el río,
el Metlac, lleno de inmigrantes,
y el niño, sin saber bien porqué,
descorazonado,
sentía la tristeza del exilio
-ya crecía el tiempo en su cuerpo-.
Preguntaba: “papá, ¿por qué andan
los trenes llenos de tristeza?”

Un tren pasaba, de sur a norte,
ahora lo sé, buscando el sueño
norteamericano,
donde sólo quedaba el hambre,
el sueño, el cuerpo mutilado,
y, otras veces, la muerte.
Ya joven, conocí a un hombre,
en San Miguel de Allende,
que venía de aquellos trenes
de la infancia,
y reconocí el dolor del hambre,
el hombre insatisfecho.

Hambre, trenes de sueños,
hoy como ayer y mañana
sobre sus rieles de tristeza.
Anónimos rostros,
morenos de lluvia y sol,
errantes hombres del exilio,
sacaban al niño, extrañamente,
de la ilusión del mundo feliz.

El río pasaba espumoso
por debajo del puente,
y, el tren, con el niño absorto,
de la tristeza que pasaba,
se perdía por entre la montaña.
 
Quedó temblando el puente.

Abraham Peralta Vélez, 2011

lunes, 18 de abril de 2011

Hombre de tierra y sol


Juan Cervera Sanchís
Hombre de tierra y sol, de lluvia y viento;
materia deleznable y traicionera.
Hombre que como el mar se desespera
y ola a ola se agita en su elemento.

Hombre de dolorido pensamiento
y de sombra cansada y pordiosera.
Hombre que tercamente persevera
en cerrarle la puerta al desaliento.

Hombre que contra el tiempo imponderable
inventa el vino azul de la poesía
contra la inmensidad del sumo abismo.

Hombre, rara criatura inexplicable
que trata de explicarse cada día
lo que es inexplicable: el hombre mismo.

JUAN CERVERA SANCHIS
Ciudad de México

domingo, 17 de abril de 2011

Nostalgia


Esta acalorada noche llueve
en la ciudad de México,
y cómo lloviendo, calurosamente,
revive mi pueblo, Fortín de las flores, Veracruz.

Encerrado, abro la puerta
en abril, salgo a la lluvia,
memoria viva,
y el extranjero, vuelve llorando
a los hogares de mi infancia:

las noches intensísimas de lluvia,
el bullicio del café hirviendo,
de las comadres,
de los ventiladores en el techo,
el olor a corteza
de los perros empapados...
y, lo que más extraño, ay, hogar,
es a los amigos entrañables, infantiles,
de las noches en el parque,
o de las tardes interminables del deportivo,
que, seguramente, al igual que yo,
son otros, ya muchachos solitarios.

Cortinas, cortinas de lluvia,
esta acalorada noche
en la ciudad de México,
pasando mientras el pasado
se hace presente, gota tras gota, llueve.
¡Estoy empapado de mi pueblo, el de las flores!

La solitaria vida
ha encontrado un hogar
en mi pueblo de flores.
¡Ah la fantasía!
Cómo llena el corazón
de hogares lluviosos,
calurosamente,
hasta colmarlo de alegría.

Abraham Peralta Vélez, 15 de abril, 2011.

viernes, 15 de abril de 2011

Memoria (corregido)


Ahí donde el olvido
no existe para nadie.
Ahí donde el recuerdo
permanece por siempre
intacto y puro.
Ahí donde los reyes
y los súbditos son
sencillamente iguales.
Ahí, exactamente ahí,
en las entrañas de la luz,
en donde todos somos
luz de luz
y el olvido y las sombras
jamás han existido.
Ahí tengo mi hogar.
Ahí tengo mi sitio,
el sitio real de todos y de todo.
Memoria irradiadora
de vida vivamente enamorada.

JUAN CERVERA SANCHÍS
México D. F., 16 Abril 2011

martes, 12 de abril de 2011

ROSAS MORENO, POETA Y EDUCADOR


Por Juan Cervera Sanchís

Hay quienes únicamente recuerdan a José Rosas Moreno por el nombre de una calle. De su poesía, hoy, pocos se acuerdan. Tampoco de sus fábulas para niños. No obstante ahí están en las páginas amarillentas de algunos viejos libros esperando volver a ser leídas.
Rosas Moreno vino al mundo en Lagos, Jalisco, el 19 de agosto de 1838. Hijo de don Ignacio Rosas y doña Clara Moreno. Ella era pariente del insurgente Pedro Moreno. José estudió en León, Guanajuato. Luego en la ciudad de México donde hizo
la carrera de Leyes.
Siendo muy joven comenzó a militar en el Partido Liberal. Al terminar su carrera profesional en la capital de la República retornó a la ciudad de León, que él sentía realmente suya. Ahí hizo carrera política. Fue diputado a la Legislatura de
Guanajuato y posteriormente al Congreso de la Unión. Sería también regidor del ayuntamiento de aquella ciudad.
Su pasión más profunda se inclinaba hacia las letras. Ejerció el periodismo político y literario. Colaboró con asiduidad en los periódicos liberales.
Preocupado profundamente por la cultura y la educación de las nuevas generaciones cultivó con maestría la fábula. Sus fábulas para niños le dieron una enorme popularidad en todo el país.
Nos legó varios libros de fábulas y es una pena que los niños de hoy no los hayan leído. Durante años fueron de lectura obligatoria en todas las escuelas de México.
Rosas Moreno está, justamente, considerado como el mejor fabulista mexicano. Sus fábulas son tan ingeniosas y originales como las de Fedro, Esopo, Iriarte o Samaniego. Su lectura, hoy como ayer, nos dejan una sabia enseñanza ya que cada fábula es en sí una positiva lección.
El año de 1891, ocho años después de su fallecimiento, acaecido en 1883, José Rosas Moreno recibió un homenaje. Se le recordó como un admirable educador y un notable patriota. Tal como se acostumbraba en el lenguaje de la época, uno de los participantes al acto al referirse al homenajeado manifestó: “Era un hombre
tan modesto y espiritual cual un ramo de violetas.”
Aparte de este piropo que hoy nos suena a románica cursilería se subrayó:
“Entre los autores mexicano ninguno como Rosas Moreno, quien puso su talento y sus sentimientos al servicio absoluto de la patria.”
Así eran aquellos floridos homenajes en el México del siglo XIX.
Algo que no conviene callar, y que retrata el alma de aquella época en su concepto y en su praxis, tan diferentes a la nuestra, es que Rosas Moreno vivió y murió en la digna pobreza de las mínimas regalías que le dejaban sus libros y lo poco o casi nada que le pagaban los periódicos donde colaboraba y un pequeño sueldo que recibía como maestro, ya que toda su vida dio clases.
Rosas Moreno fue un hombre noble y generoso, aunque visto desde la óptica actual, en que el desprecio por el humanismo es cada vez más acentuado, pueda parecer, a los ávidos depredadores que hoy nos circundan por todas partes, un
ingenuo.
Él pensaba y actuaba en función a la educación misma y no hacer de esta un negocio con el que ganar dinero y más dinero. José Rosas Moreno escribió también varias obras dramáticas de excelente calidad literaria y contenido social, pero no tuvo éxito con ellas. Excepción hecha con la titulada “Sor Juana Inés de la Cruz”, que sí fue representaba y aplaudida por el público culto de la época.
Su colección de fábulas morales fue prologada por don Ignacio Manuel Altamirano.
La poesía de Rosas Moreno, donde nos habla, en perfectas rimas consonantes, de tristezas crepusculares y la vida del campo, así como del retorno a la aldea, nos sorprende de repente como versos como estos:

“Cada árbol, cada flor, guarda una historia”

Y: 
“Errante y sin amor siempre he vivido;
siempre errante en las sombras del olvido”.

Versos que nos revelan una secreta y profunda desolación y una amargura interior que lo conduce a esta rotunda conclusión:

“Ni sé, ni espero, ni ambiciono nada”.

Tras el fabulador de cuadros morales y el patriota ferviente había un hombre reflexivo y solitario, que sabía de tristezas y decepciones, lo que sin duda es harto interesante y rompe de alguna manera el cliché que tenemos de José Rosas Moreno.
Si ahondamos en su médula poética descubrimos a un ser humano, a un poeta, e incluso a un filósofo de la vida, muy distinto de aquel que sus contemporáneos dibujaron, con superficialidad, como “un hombre espiritual cual un ramo de violetas”.

sábado, 9 de abril de 2011

FLORES


Para Regina Véjar, niña, o la flor o la mujer, bastó verla una vez para retomar la esperanza y entender el sentido de las flores.

¿Dime, Regina, qué flor de flores eres,
dime, niña del alma, quién eres?

¿Eres traviesa, traviesa margarita,
qué será sensual, hermosa azucena?

¿Eres dalia, camelia de mil secretos,
o franca clavel, honda y altiva?

¿Eres orquídea, recio carácter, púrpura,
o violeta sensible, casi triste?

¿Dime, Regina, qué flor de flores eres,
dime, niña del alma, quién eres?

¿Eres sonrisa tras sonrisa geranio,
o petunia tras petunia alegría?

¿Eres la roja esencia, la amapola,
el opio, la memoria, sueño vivo?

¿Eres gardenia blanquísima o nardo
de aromas el agua del todavía?

¿Dime, Regina, qué flor de flores eres,
dime, niña del alma, quién eres?

¿Eres baila, danza, baila, bailarina
girasol, y alcatraz incansable?

¿Eres rosa mística, guadalupana,
de castilla al cuidado del labriego?

¿Eres narciso arrogante, herida
por el sol, y a la vez, luz cegadora?

Eres de todas las flores, flor, Regina,
eres nunca y siempre igual esperanza.

Abraham Peralta Vélez, Madrugada, 16 de marzo de 2011

jueves, 7 de abril de 2011

EN LA MUERTE DE RAFAEL FERNÁNDEZ POMBO


Rafael Fernández Pombo me revela
el corazón profundo de La Mancha
y en su palabra alta, clara y ancha,
La Mancha, vino a vino, se me enciela.

Que su verso de luz desencarcela
mi mirada y el mundo se me ensancha
en la dura ciudad donde se aplancha
mi sombra a ras de asfalto, plomo y suela.

Rafael Fernández Pombo, nunca muerto;
vivo siempre en su verso renaciente
y con alma de noria musical.

Tan ubérrimo él, viril y cierto
en su poesía hermosa y transparente
donde La Mancha es surco sideral.

JUAN CERVERA SANCHIS
México D. F., 5 Abril 2011

lunes, 4 de abril de 2011

CREO


poemasdeshanna
Creo en Dios porque creo
en los pequeños
y alegres gorriones.
Creo en Dios porque creo
en la lluvia, en el viento,
en la tierra, en los bosques.
Creo en Dios porque creo
en el sol, en las nubes,
en las rosas azules,
en los blancos jazmines
y en los musicales ruiseñores.
Creo en Dios porque creo
sencillamente en ti,
en la luz de tus ojos
y en el vivo arco iris de tu nombre.
Creo fervientemente en lo que creo
y porque creo, mi amor, en lo que creo
mi alma es un jardín de mil colores
donde la flor amante que es tu vida
señorea victoriosa entre todas las flores.

JUAN CERVERA SANCHIS

sábado, 2 de abril de 2011

Génesis

Poetas:Abraham Peralta Vélez y Juan Cervera Sanchís

A Juan Cervera Sanchís, sonetista, rebelde incansable

El trigo nunca quiso ser la vida,
y, a su pesar, brilló en la luna,
la lejana noche de la herida,
mientras burbujeaba la laguna.

Pronto lloró la espiga adolorida
después del océano de la cuna–,
las gotas de la lluvia trascendida.
El cosmos revivía en su fortuna.

Nadie quiere nacer, aunque germina,
y no sabe por qué, cualquier vereda,
poco a poco lo lleva hasta su ruina.

¿Para qué vida, entonces, Quimerina…?
El agua ya trigo será humareda,
mas rebelde, crea la blanca harina.

Abraham Peralta Vélez, Desvelado, 7 de marzo de 2011