Córdoba de la cal estremecida
en sus muros mordidos de heredades,
cabe el rey de las claras claridades
y entre cantos de almuédanos dormida.
Córdoba blancamente recogida
en el blancor azul de sus edades,
muerta y viva en un sol de eternidades
de restallante luz enfebrecida.
Córdoba candeal y aceitunera
que cultiva, entre alegres atanores,
el naranjo, la vid y la palmera.
Blanca Córdoba blanca entre rumores
de su alma popular y piconera
y sus regios y antiguos esplendores.
Córdoba –miel y cera-:
mística y sensual sabiduría
del más hondo saber de Andalucía.
JUAN CERVERA SANCHIS
México D. F.