sábado, 15 de febrero de 2014

Las muñecas rotas de Eva Trigo

Por Juan Cervera Sanchís Jiménez y Rueda

Eva Trigo Cervera, Lora del Río, España, 1967, profesora de Educación Especial en la Escuela Pública y residente en Madrid, acaba de publicar, editado por LULU, mayo 2013, el libro de relatos “MuñecasRotas”, con foto de portada hecha por ella misma y diseño de portada de Lubélia Carvalho. Libro de 69 páginas donde reúne trece relatos breves en los que se respira y se palpa, en un trenzado inquietante, diversas, aunque coincidentes en lo fundamental, vidas de mujeres, como la de Manuela, la restauradora y su recogedor de recuerdos, o la de Berta, ante el asombro y la sorpresa de un primer encuentro amoroso revelador.

En una prosa fluida y precisa, con el fin de decir aquello que se quiere decir, con claridad, y a su vez tocada de poesía, Eva Trigo, pespuntea bellamente cada uno de sus relatos, bordados de gracia literaria y seductora sencillez, en mitad del desamparo de sus muñecas desencantadas por los zarpazos inmisericordes de la vida.

Historias, algunas, escritas en primera persona, como “El Secreto”, donde Felisa, la joven doméstica engañada por Don Benito, su patrón, se convierte en madre prematura. Una vieja historia harto común, pero que Eva cuenta con original encanto y sin caer nunca en el sentimentalismo.

Quizá no tan común. ¿o quién sabe?, Eva Trigo teje, excelente tejido, en “La profesora de esgrima”, uno de los relatos más sutiles de “Muñecas Rotas”. Se adentra, en lo que podríamos llamar la selva psicológica, de una circunspecta y honorable profesora, y la desnuda ante su íntimo espejo, al sentirse vivamente atraída por una bella alumna. Aquí, el yo y el contra-yo de la profesora, como un florete cortante, le entreabren el corazón, pero he ahí que ella… queda claro que la vida se puede vivir, finalmente, a contra vida. Reveladora historia.

En “El último suspiro”, la muñeca rota, se autodestruye a si misma y nos estremece hasta el extremo del estremecimiento. Y esto no es un juego de palabras.

"Un toque de suerte”, aquí la autora nos recuerda que la vida es torrencial y los hechos más serios pueden ser felizmente cómicos. Además se evidencia que las llamadas eminencias médicas no siempre son eminencias.

En “El castigo de Magdalena” se cuestionan los métodos brutales de ciertas personas que se creen dueñas de la verdad absoluta, y hasta iluminadas, y se castiga a una niña en la creencia de que en el castigo irracional hay algo de positivo. La pedagogía de los fanáticos suele ser criminal.

Remendando la vida” es la narración más breve de “Muñecas Rotas”, aunque una de las más intensas y dramáticas. Es una historia de alfileres y zurcidos y como para llorar a mares entre dobladillos, agujas, tijeras y recuerdos hirientes.

El puente de la vida” nos habla de Adela, una mujer que en mitad de la tormenta y los truenos de la vida busca y aspira al remanso.

"Yo sólo quería tener un gallinero”, una historia donde una joven se hace mujer y en vez de un gallinero, la vida que siempre nos suele gastar las más insólitas bromas, la convierte en madre de una familia numerosa. Menuda broma.

Se suceden las historias, que son trece, con “No me temas, amor, “Huir de madrugada no es de cobardes”, “La mujer de los cabellos plateados” y “El primer encuentro”.

Muñecas que se rompen en un ir y venir por los vericuetos del tiempo y del espacio y todo esto que llamamos vida y nadie sabe, bien a bien, de qué se trata, pero que necesitamos contarnos, en un afán reconstructor, contra la destrucción constante a que nos someten las circunstancias que, sin querer queriendo, nos llevan y nos traen de un lado a otro como el vendaval a las hojas.

Muñecas Rotas”, hojas del árbol de la vida, que Eva Trigo Cervera recoge en un legítimo deseo de que el olvido no las suma en el anonimato deshumanizador. Relatos empapados de humanidad y que, por sí mismos, son honda y estremecedoramente humanizadores.

TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

Haikú


No somos nada;
una gota de lluvia
entre la lluvia.

Abraham Peralta Vélez


TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

Tristeza

Mi tristeza
me arrastra
con el peso
de un ave.
2
Es tan alegre
mi tristeza
que sonrío
como un sol.
3
Aunque viva
tan triste
en mi tristeza
no hay día
que me levante
tan triste
como las piedras
pesadas del camino.
Que la tristeza
me ha enseñado
a vivir alegre
porque tiene
la sonrisa por tristeza.

Abraham Peralta Vélez 7 de enero de 2013



TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

Niños

De iris los niños
van dejando
su aguacero
de iris, los niños,
entre paraguas tristes
y abrigos secos
que sin lluvia
se cuelgan, yertos,
del perchero del vagón.

HAIKÚ
Sólo los niños
van dejando burbujas
de amor al aire.

Abraham Peralta Vélez POEMAS Y VAGONES DEL METRO 30 de enero 2014.




TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

Nadies

Cómo hieren
los nadies.
Cómo se quejan
los nadies.
Hasta parece
que voy,
que alguien va,
en este vagón.
¿Quién dijo
libertad y hombre?
Esto está podrido.
Esto está colgado
de la rama de la luz
del olvido.
Hasta parece
que vivo.
Esto revienta
como llagas de jabón.
¡Ay, cómo duelen
los nadies!

Abraham Peralta Vélez 26 de diciembre de 2013, POEMAS Y VAGONES DEL METRO



TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma

Piropazo

¡Qué pechos de espumosa cerveza!
Mira nada más
cómo tus olas caminan.
Ay, güera, parece que llevas
en tu oleaje, este mar contigo,
este escándalo de llagas,
este desastre de vueltas,
en este transborde de sangres.
Ay, güera, quien te pudiera.
Quien te pudiera arrebatar
esa soledad enfebrecida
como tú nos levantas
esta soledad amarga.
Me cae.




Abraham Peralta Vélez 25 de diciembre de 2013, POEMAS Y VAGONES DEL METRO


TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma