miércoles, 9 de febrero de 2011

¡Ay dizque poetas, cómo abundan!

Hay poemas que no esperan a la razón, que nacen un instante cualquiera, de acuerdo, hay una intuición poética, un feeling propio de cada autor, casi palabra mística, pero sino se encausa, sirve para nada, es palabreria pura, que tal vez, entienda sólo el autor. La poesía no es una cueva oscura y narcisista, sino puente o puerto en donde el alicaído puede detenerse a respirar, libre y afectuoso, sensitivo. 

 

La libertad del poeta no se limita con la medida, con las reflexiones a conciencia, con el estudio, con la serenidad, sino se ensancha. La muestra clara son los grandes poetas de la historia, que pensaban lo que sentían y así lograban sus mejores poemas.  Recuerdo unas palabras de Juan Ramón Jimenez, cuando le preguntaron si escribía con dolor, contestó que ese dolor del que le hablaban era, más bien, un dolor de no poder trabajar, pues aunque fuera triste lo que escribierá, lo hacía lleno de gozo por estar en lo que siempre fue suyo: trabajar, sereno y casi sin reposo, para la poesía.


Por ello viene a cuento esta reflexión sobre la poesía del buen amigo Chobojos, que no cesa de elucubrar sobre lo que le acontece....

 

Por Alonso Marroquín Ibarra, Chobojos



Si no me dice nada, si no se entiende,
no sirve, y mucho menos es poesía.
Alejo Morales Parra
Hoy, más que nunca, sobran los que se dicen escritores y, más grave aún, poetas. Me refiero indistintamente a hombres y mujeres.
La mayoría de ellos es incapaz de escribir una cláusula libre de errores de sintaxis o, en casi todos los casos, de ortografía, pensando, muy positivamente, que se entiende lo que han escrito. Los argumentos para tapar su ignorancia son en muchos casos de risa:
"yo no me limito, ni me apego a reglas que son obsoletas";
"escribo con errores a propósito, para que el que me lea reaccione y se dé cuenta de la intención, del contenido que le estoy enviando a su cerebro";
"yo no me fijo en eso; todo está superado; somos los ladrillos para una nueva construcción del idioma";
"es que la k y la q, suenan igual, la c, la ese y la zeta, también… los acentos, con ellos o sin ellos… pues todos saben a qué se refiere uno en su obra, de qué esta uno hablando";
En el fondo (y en lo superficial también), estos mal llamados escritores y poetas (las mujeres ya no utilizan la palabra poetisa, se llaman a sí mismas poetas, tal vez porque piensen que la palabra de suyo es "femenina") son pésimos, aberrantes, ignorantes, profundos desconocedores del idioma y, con sobrada evidencia, se refugian en la construcción ininteligible de frases, metáforas y símiles que no dicen absolutamente nada.
Si hablamos de la rima y la medida, para ellos "eso está pasado de moda", "no tiene gracia, es antiguo"; "lo mejor son los "versos libres"; pero –¡oh, sorpresa!- son incapaces de definir, siquiera, lo que es un verso. En sus trabajos un verso es una línea de palabras que no ocupa el renglón completo y nada más. Ignoran el ritmo, la música,  el canto que es propio de la poesía, su melodía, la cadencia, el tiempo y , para rematar, la profundidad, el tema en sí de sus trabajos, puede ser un intento de alabanza a la mierda, a la procacidad, a lo vacuo, a lo banal.
Cualquier tema es bueno para los dizque poetas -que ¡cómo abundan!- y los títulos son también reflejo de lo mismo.
La cloaca
Me fundo con asco
y quiero más de tus interiores
al meterme entre tus piernas.
Albañal de ilusiones podridas y perdidas.
Ave de rapiña de vuelo al ras y posible metempsicosis.
Eusebio Estévez L.
Alacranes vuelan del vómito
Necesitaba la ofrenda del invierno
y me topo con alucinaciones estridentes
que hacen que me brinquen las tripas.
Una necesidad galopante, de fuego,
como crines de caballo desbocado
que se estrella en las piedras de tu conciencia
y en los minúsculos caminos
hacen que los alacranes de tu amor perdido
me puncen sin remedio.
Eligio Bernal Samudio
Necesidad
Un desdoblamiento tocó ideas                                      
                                        mutiladas:
me la paso haciendo crucigramas,
    
                                            poesía.
Patricia Lezama Rosas
Lo verdaderamente inverosímil es que instituciones que se suponen serías, universidades incluídas, patrocinen la publicación de esta llamada "poesía" con el argumento y objetivo de atraer a los lectores y "desarrollarles" el gusto por esta especialidad de la literatura. El resultado es obvio: todos se alejan de "eso" que ni siquiera se entiende.
No todos los dizque poetas tienen la suerte de tener algún padrino que les publique sus trabajos y es entonces que recurren a sus propios recursos para hacer su edición. Muchos tienen la habilidad de congregar a los amigos (y a tantos incautos que hay por allí) para la presentación de "su libro" (individual  o colectivo) y los aplausos, las loas, los bocadillos y el café o el vino, le inflan el ego y… ¡Carámbanos!: se animan a seguir produciendo más bodrios. Y ¡vaya! si son prolíficos. Hacen más "poemas" que panes salen del horno de una panadería industrializada.
La auténtica poesía es conocimiento, trabajo, perseverancia, sensibilidad… es la máxima, no la mínima, expresión de la literatura. La poesía no es producto de la chiripada ni de la ocurrencia y está presente hasta en una sencilla copla popular.
No es extraño que las olas
traigan perlas a millares
si a las orillas del mar
te vi llorar la otra tarde.
Copla de La llorona