Niégame este amor para quererte,
cual quiere el jardinero a la inasible
flor del aroma, flor inmarcesible,
que sin tocarse deja lo que vierte.
Y aun yo te acariciara, de tal suerte,
enraizásemos, cuerpo a cuerpo, oíble
el corazón, detente imposible,
a la luz del amor, lejana y fuerte.
Porque de tanto ser, el viejo pena,
y de tanto sí mismo, tantas veces
muere, cual si ser, fuera una condena.
Niégame entonces, Vida, niña plena,
mi amor, a manos llenas, lo empobreces,
guárdate en tu encanto de mujer buena.
Abraham Peralta Vélez, reavivando su amor. 12 de junio, 2011