martes, 7 de junio de 2011

ECOS

Cualquiera es mi voz. Los miserables
de la carne y los beatos también,
y, al decir aves, o arcoíris, o hierba,
también digo búsqueda, encuentro, choque.

Con la voz quiero sostener lo invisible
del amor, y el sentido infortunado
de los que habitamos la desventura,
desde el polvo de la fuerza olvidada
aquí y ayer y mañana la transmito
como un río en rebeldía interminable.

Murmura el eco a los que callan
y sufren amorosos por los hombres:
el amigo llorando en el entierro,
sin consuelo, rebelde de amor,
herido e insatisfecho ante lo dado.

Y, por el llanto, que es arma de fuego, 
una araña sale de la boca muerta
y susurrante muerde y permanece
en el alma del amigo desvelado.

En contra de las cenizas el fuego.
En contra del taladro la palabra.
La lluvia serena moja las aceras
y rompen los gusanos el subsuelo.

Abraham Peralta Vélez

Traigo un ayer


Traigo un ayer perdido en la mirada
y en mis retinas traigo un espejismo.
Traigo al pie de mis pies un hondo abismo
y cansado de todo ardo en la nada.

Traigo sólo esta vida acongojada
y este mudo dolor que soy yo mismo.
Traigo este desgarrante cataclismo
y esta muerte segura y desolada.

Traigo un sol que fue niño y ya es anciano,
la historia de un jardín que ya es desierto
y un golpe irrespirable de ceniza.

Traigo un sueño perdido de antemano,
pues soy sin más lo incierto de lo cierto
de un tiempo ya sin  tiempo que agoniza.

  JUAN CERVERA  SANCHIS
  México  D. F.,  6 Mayo  2011