Miscelánea reflexiva

















MUERTOS
Estamos muertos a la vida, cotidianamente, sólo la poesía nos da un pedazo de ella.

DISTANCIA
La distancia nos acerca a los otros. El viaje nos lleva al sitio de donde partimos.

IR Y QUEDARSE
El sustento no es ir a alguna parte, se puede estar yendo a ninguna, quedarse. El sustento es tener motivos para ir a donde sea.

¿QUIÉN ESTÁ EQUIVOCADO?
Yo soy quien soy, aunque me veas de otra manera. Y si me ves así, tal vez sea yo "otra manera". ¿Quién está equivocado? Al Quijote lo creían loco, pero él se creía cuerdo.

LUGARES COMUNES
Criticar los lugares comunes, ya es un lugar común, de gramáticos y escritores al paso.

ESPEJOS
El sentido de nuestras vidas es, como la obra artística creada por un Dios, en relación con nuestros receptores, con la otredad. El libro está muerto si nadie lo lee, así la vida de un hombre no tiene sentido o significado sino es en función con los demás seres. Nadie es nada en sí mismo. El hombre está muerto si nadie sabe que existe. Nuestra vida se define, se interpreta, renace y cobra sentido en relación con los demás. Pero, también y sin olvidarnos, nuestra vida cobra sentido a través del espejo, al ser nosotros mismos nuestros propios intérpretes, al definirnos. Así hay un juego de espejos, el ser que se define a sí mismo y el ser definido por los demás. Habrá juicios convergentes, pero habrá también los divergentes, y eh ahí la problemática sobre nuestra identidad. ¿Quién soy yo? Aquel que dicen que soy o aquel que digo ser, pues no hay duda que, como la obra de arte, tiene un sentido impreso por el propio creador, pero también es válido el sentido del receptor. Nuestro Dios no nos descifra nuestra función en la vida, no nos dice “eh ahí tú camino”, sino que somos arrojados a la nada para ser.


EL MISMO BALÓN PONCHADO
Ayer decidí aprovechar mi cansancio, llámese, si se quiere, ocio: ver y escuchar comentaristas de deportes. Qué fugaz la natación, el golf, el tenis, el basquet, el americano, ¿sigue existiendo el voleibol?, ¿el rugby?,¿qué más da? Entonces llegó la hora, de más de hora y media, de fútbol. Pasaron las reculaciones, las penas máximas, el peso de la camiseta, dividieron la pelota y lisonjearon a la nueva y fugaz luz de bengala. De repente, pasó lo que a muchos parecerá una desgracia, se fue la luz, y un martillazo resonó en el cuarto, ahora que lo pienso, fue la mujer del vecino: ¡y? ¡y qué? ¿y qué con eso!

Quién fuera a decir, en lo más oscuro de la noche, me halle a mí,  en  otra voz, sincero y aburrido de pronto. Destrocé la tele, en un arranque de furia, por todo el cansancio, dulce sueño lúdico, que me habían hecho perder, aquellos comentaristas que le dan vuelta y vuelta a la misma pelota vacía. A martillazo libre, catártico, destruí la tele y ahora, esta noche, empiezo escribir por ello. He preferido estar conmigo, que sin mí. Lo peor, la única  verdadera desgracia, es  que aún debo la tele.