viernes, 23 de diciembre de 2011

YO NO ENTIENDO CÓMO

Yo no entiendo còmo,
Abraham Peralta Vèlez
de dónde, qué inconcebible cuándo.
Es que nos vamos yendo,
menguamos, ajenos
de hacia dónde, por fin, vamos.

He observado alguna
semilla,
              y después de estar llorándole
surge, desplumado, el vuelo.

Pero por qué,
                      me habla, tan recién
y distante, de hallazgos
en parroquias áridas, barrocas,
de ruegos y de errores.

Es que todo nace de otros millones
de caminos perdidos.
Yo no entiendo por qué
algo que era tan del fruto, tan suyo,
será mi sangre,
y sin ello, esto, ya tanto mío,
no podría ser, es que lo necesito.

Extrañamente
si nos abandonamos,
si algo llueve, si el polén,
si lloramos, si más allá del límite
nuestro, somos,
                           sin ser
en nosotros, sino en el corazón
del que está yéndose contigo.

Entonces si algo
que no entiendo, y vivo,
es el amor que nos está creando.
Y, más allá de uno mismo, la esperanza
de amado, ser.

Abraham Peralta Vélez, 22 de dic. 2011.

MÀS ALLÀ


Más allá de estos días
y estas  noches.
Más allá de esta tierra
y este sol.
Más allá de estas nubes
y esta lluvia.
Más allá del jardín
y el ruiseñor.
Más  allá de estos ríos
y estos mares.
Más allá del aroma
y de la flor.
Más allá de esta vida
y  esta muerte
y más  allá  del frío
y del calor.
Mas nunca, nunca,
amada mía
más allá de tus brazos
y el fuego de tu amor.

  JUAN CERVERA SANCHIS
  México D. F.  23 Diciembre 2011

BELLEZA Y SABIDURÌA DE LA NATURALEZA. (EN NIDO ABANDONADO)

Con la luz del alba otoñal, ha partido ya uno de los pequeños (presto a polinizar). El día anterior descubrieron que ya no cabían en casa. Esa fue la primera señal. Al medio día, comienza el ensayo de aleteo del más polluelo, hasta alcanzar setenta por segundo; mientras mamá chuparrosa (rutilante verde mar) lleva el néctar-combustible suficiente.


Un poco más tarde, cuando volvemos a ver, ya no se encuentra en el nido: la libélula troquílida ha volado (atraída por el amor de las flores).
Minutos después, entre las ramas del viejo fresno escuchamos un zumbido, ¡trr-trr-trr!: es ella sorprendida al ver el nido vacío. Tácticamente se aleja para luego volver y posarse junto al nido como lo hacía para alimentarlos.

Así permanece unos instantes eternos, en la diminuta rama ante el nido abandonado.


"Yo soy el colibrí si tu me quieres,
mi pasión es el torrente y tú la flor".

(canción popular, cantada por Caíto, poseído de ella)

Zenaido Velàzquez Fuentes

viernes, 9 de diciembre de 2011

VIVIR...¿ES MENTIR?

Hasta ahora mi vida ha transcurrido de mentira en mentira. La vida difícilmente nos permite afrontar cara a cara la verdad. Vivir, como dijo el sofista, es mentir. Se vive en el engaño de sí mismo y de los demás. En tanto vivimos usamos toda clase de antifaces y máscaras. El arte del disimulo es parte de nuestro diario quehacer. Lo que realmente pensamos y sentimos rara vez lo ponemos al descubierto.
Vamos y venimos por la vida aparentando ser el que no somos y quisiéramos que los otros creyeran que somos. E incluso nosotros mismos, ya que nos encanta engañarnos.
Todo esto queda al descubierto cuando la muerte nos alcanza y nos desenmascara. La muerte, sin contemplaciones, nos deja al desnudo ante nuestra ineludible verdad. Esa verdad donde no cabe la más mínima mentira y no es posible compartir con nadie, pues si bien la mentira es gregaria y en ella cabemos todos, en la verdad, que es la muerte, únicamente cabe nuestra individualidad desnuda ante el juicio de Dios.
JUAN CERVERA SANCHIS
Noviembre 2011. México D. F.

lunes, 5 de diciembre de 2011

EL OJO

Para mi amigo Alonso Marroquín
Ibarra, quien el día de hoy nos dijo
hasta pronto.  
El ojo inquisidor del fiero sol
gritaba fieramente en los cristales
de las mudas ventanas de tu casa
quemando las persianas entreabiertas
de tus desvencijadas fantasías.
La secreta memoria de la vida
platicaba con la raíz oculta del olvido.
Un cementerio azul de absortas mariposas
disecadas creía volar a fuerza de escarlata
por las escandalosas hogueras de la aurora.
Un arcángel en llamas huía muerto de sed
por los espejos temblantes de las lágrimas.
La voz honda sin voz de una piedra inaudible
decía sin decir cuanto hay que decir
y a veces no decimos.
Fue entonces que intuí la verdad de la muerte
y supe que morir es realmente nacer,
a la luz de la luz, en un planeta niño
y transparente donde reina cantando en plenitud,
y a plenitud, la vida bellamente iluminada.
JUAN CERVERA SANCHIS
México D. F., 5 Diciembre 2011
http://www.fotografia366.zoomblog.com/cat/23121

Coplero y pensador

Conocí a Alonso Marroquín Ibarra en una caminata por la calle de Nuevo León, col. Condesa, en camino a la primera de las cafeterías donde solíamos estar. Era una noche fría, y abierta, hace, qué pronto, algunos años. Entonces ya dejaba descubrir su nervio intelectual, el gusto y el saber, a través de su plática. Porque antes que escritor u otro oficio de lo muchos que practicó, tenía el arte, poco cultivado en este tiempo, de la conversación, era un conversador que dejaba entrever una vida dedicada a la cultura, que es la vida misma: el arte, la política, la cocina, la historia, el mercado, las matemáticas... cualquier asunto de interés, podría afirmar, enciclopédico era Alonso Marroquín Ibarra. Preciso como pocos tenía el gusto por compartir lo que era, que era lo que sabía y dudaba también, a través de su trajinante vida por la tierra y por los libros. Llegaba a mezclar anécdotas, con los más delicados asuntos, e iba constante, sin letargo alguno, al sitio que provocaba una pregunta, sin olvidar los chistes, o el dicho popular. Como un artesano que amaba cada minucia de su material era Alonso Marroquín Ibarra, un artesano de la palabra viva.
Él era uno de mis maestros sin cátedra de salón, ni exigencia de cuentas, ni estribo; él sigue siendo porque todavía no ha dejado de ser, ni dejará por entero este mundo, porque ha sabido sembrar su ser por entero. Y más que maestro, amigo, porque me ha enseñado. Nunca morirá su actitud, a veces inquietante, otras poesía, y otras agresiva. Recuerdo sus tribulaciones en otro lugar: íbamos de la pozolería al mercado, del mercado al café, y de vuelta. Descubría su ser a través de sus conocidos: el bolero, el carnicero, el periodiquero, el pollero, el verdulero... él sentía y a la vez era parte ellos. De distintas maneras conocí a Alonso Marroquín Ibarra, pero siempre inquebrantable.
A veces hasta muy de madrugada platicábamos, pues Alonso pocas veces dormía, o dormía poco. Nervioso, ahora quiere dormir para siempre. Me cuesta verlo como no era, como no es. Adolescente siempre Alonso Marroquín Ibarra. Coplero, y pensador. Nosotros nos quedamos en este mundo "chobojo". Porque "chobojos todos", sin embargo, unos, como él, han intentado dejar heridas luces, abrir un derrotero, lejos del lugar común a donde gustan olvidarse todos. Adiós, amigo, adiós. Yo tan joven y ya viejo, porque mueren los amigos, los abuelos, y uno acumula infinitas vidas en una vida. Adiós.


LLANTO DE ADOLESCENTE
sol, has venido alumbrando
en tu rincón, has dejado
tu inacabable simiente.


Ideas, ideas, adolescente
sol, que tú nos has dejado
la ilusión de un nuevo prado
libre, cada uno, y ardiente.     

Llanto de adolescente
sol, la muerte ha quedado
sin matarte, enamorado
cantor; quedas en mi mente,

en mi corazón viviente.
Tú lo has dicho y cantado,
un poema de amor alzado
falta a mi pobre gente.

Mi llanto adolescente
brota herido, atado,
pero mi canto alado,
cantor, brota libremente. 

Abraham Peralta Vélez, en memoria. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

En la calle, sonetos

ÚNICO, IGUAL a cada ser humano,
ni más alto, ni más bajo, cualquiera,
como todos, voy en la turbia ceguera,
vengo, de hogar a hogar, triste y lejano.

De alas replegadas al sueño llano
de la fuente al sol, alma que fuera
un niño, pueblo y amigos, eso era
y perdí, mas doy de nuevo la mano.

Tan sólo tierra y nube, cada día,
mar quizá, avenida solitaria.
Arrebol en la noche vacua, fría.

Estar triste siendo en la alegría.
Un adiós, una luz que no se agria,
un corazón que se hacía y deshacía.

Abraham Peralta Vélez, 29 de nov. 2011.