viernes, 27 de septiembre de 2013

En penales

A mis hermanos futboleros y al Atlético Zapata
 
Con los tacos de fútbol hasta el rostro de légamo
vengo, del lodo vengo, vengo derrotado,
como quien no vendió ni un sólo chicle
y fue de aquí a allá tras el balón,
como a quien le metieron un gol de túnel,
y falló en la portería el gane,
vengo con los tachones pesados sobre el cemento
caminando a casa sin un sólo céntimo de Dios.
O sólo que Dios sea el deshojado perro cojo
y el niño que se arrastra en la pública miseria
y la chica que brilla entre la lluvia
entonces vengo a manos llenas de Dios.
Entonces creo en el misterio del autogol
como ese milagro, derrota inexplicable,
que queremos seguir jugando.
Y se llora más y mucho más se siente
el corazón, balón volado,
porque el orgullo de ser se levanta en la derrota.
Este callejón de vida mía ha sido un penalti tras otro,
un esguince de falso amor,
porque cuando me miro al espejo entre las calles
y quiero hallar, no digo un alma,
sino un instinto que lama las heridas de la luz,
no encuentro sino una coladera atascada de egoísmos.
En penales nací, porque desde entonces muero.
Ya no sé contra qué estoy jugando.
El que arenga a media cancha por el bien
odia tanto que destruye su propio juego.
He vivido, como quien dice, en tiempos extra,
y sin saber ya cuál es mi portería.
Y cada quien se atasca de balón y se desgarra.
Hay quienes ni siquiera le entran a la hoya.
Ya no sé dónde estoy. Estoy en cualquier parte.
Soy cualquier parte. No tengo equipo.
Soy. De puro orgullo, a la orilla del mar,
quien juega una reta con el infinito,

tras las olas, se avienta,
y da puntapiés a las nubes,
y da balonazos a la tristeza,
y da hachazos al dolor,

colmado del coco loco de la alegría, se pierde,
y entonces se encuentra en todos los caminos de este mar.

Abraham Peralta Vélez 26 de septiembre 2013




Tierra Húmeda
Abraham Peralta Vélez

 

TieRRa HúMEda Poesía para que florezca el alma