miércoles, 20 de julio de 2011

Hemos nacido

Abraham Peralta Vélez
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Cada elemento guarda
un deslizarse de historias
para ser, muriendo, vivo.

Se enraíza en el viento
espiral de la memoria.
Lo oculto se hace próximo
a través de la corteza.

Cerca y distante roca,
espejismo de la flama
que oculta está latiendo
en su áurea geometría.

Nadie es nadie, al ser,
ha nacido para morir;
y muerto y redivivo
nunca acaba de nacer.

Por más que sea grieta,
sin fuego de flores,
algo ha germinado
sino es que la grieta misma.

Cada hombre guarda,
como cada cosa,
un corazón de historias.

Un vibrar de emociones.
Detrás de todo se oculta
el firmamento de lo mínimo.

Sin embargo, al descubrir
el velo de la chispa,
se encuentra el universo.
¿Quién será la roca
que brilla bajo el sol?
¿Y en la muerte la vida?

¡Ay, pobres de nosotros,
afuera y adentro, nuestro hogar
es el andar del extranjero!
¡Paradójica ¿vida, muerte?!

¡Ay, sólo se acaricia
la corteza de la luz!
¡Ay, irremediablemente
al ser ha sido lo que será!

Nacer ha sido la vida,
hallarnos sin quererlo,
ir de una muerte ha otra,
de un sueño ha otro;

incluso incrédulos,
el suicida y el asesino,
sin creer en el futuro,

ya presentes,
irremediablemente, nacer ha sido.

Abraham Peralta Vélez, 14 de julio de 2011

Aquella tarde


Aquella tarde
retornaron mis muertos.
Supe que estaban vivos,
que vivían mis muertos
más allá de la vida
y que el único muerto
aquella tarde
no era otro que yo.
Yo, yo, sí, yo
era el único muerto
aquella tarde.
La tarde aquella,
la rara tarde aquella,
aquella tarde
en que la luz y el aire
olían profundamente a Dios.
JUAN CERVERA SANCHIS
Claustro Franz Mayer.
México D. F., Sábado 16 Julio 2011