lunes, 29 de abril de 2013

La flor y la alegría

Orquídea Mujer-Acurela Estela Robles Galiano, TieRRa HúMEda


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La flor y la alegría
nunca un azar, serán, intempestivo
de quita y pon y pon y ahora quita.
Cultivadla, te digo,
desde el erial amargo y descuidado
de lo que se destruye a sí mismo;
como yo, sí, que soy un ser humano
que con mi vanidad de muro
pretendo hacer verdad y me destruyo.
Sólo ella, la alegría,
me ha hecho despertar cada mañana
sin cruzar la frontera del suicidio,
donde por fin sería todo, menos herida.
Alegría, la alegría,
sencilla y ordinaria alegría.
Respirar... ¡qué alegría!
No hay dicha más grande... alegría.
Alegría es Dios. Dios es alegría.
Y su creación es Dios si es alegría.
Alegría de alegrías, la alegría,
¡alegría por la alegría!,
porque en ella se trenza una niña
la luz de sus ensueños. ¡Alegría!
Y no puede vivir, sino para ella.
Y sin ella, no puede más vivir.
Del descuido, no es nunca, la alegría,
como no es del cuidado la tristeza.
Toda alegría muere
si se hace castillo en la arena.
Yo me mantengo firme y vertical
y me rebelo, pase lo que pase,
y lo que pasar, tenga,
y escribo alegría
por sobre la miseria y la derrota,
por sobre la crueldad de nuestra historia,
y creo locamente en la bondad.
¡Por la alegría, alegría!
Sino mi corazón se desharía
nada más y tan sólo
en un pesado fardo de amarguras
al borde de la nada,
de la impotencia, al borde,
y al borde de salir por puertas falsas.
 
Abraham Peralta Vélez