lunes, 22 de marzo de 2010

Lo que somos

Para existir la fantasía
basta una gota de agua
de la sensual forma viva.

Soy una gota en tu cuerpo
una sigilosa gota
que en tu mar desnuda vuelo.

Soy una solitaria gota
que se rompe en tu mejilla
se hace beso y se enamora.

Beso amor en tu mejilla
que era solitaria gota
y halló suave compañía.

Amar es ansiar dejarse
hasta el encuentro del otro;
ceder el alma, la carne.

En tu muslo se resbala
una gota, soy, que ansía
volver a su húmeda casa.

Dos curvas al infinito
desnudas se aproximan
se encuentran en su principio.


El génesis de la vida
fue un encontronazo, luz,
un orgasmo y fuente viva.

Una gota planea en tu sacro
cruza la mar. Siente, descubre,
vuela en la noche del tacto.

Tu espalada es la mar
donde se escurren mis deseos
y te expresas, vida, sensual.

Es luz reveladora tu cuerpo,
aunque tu cuerpo no eres.
Yo sé de ti por tu cuerpo.

Eres el soplo que lo anima
yo amo tu cuerpo en ti
y en nadie más lo amaría.

Huelo el efluvio de tu latir
tu ritmo y tu curva, ¿quién eres?
Nunca hay palabras para saber de ti.

Siento. Te veo, respiro y siento.
Tu pubis, tu cadera es horizonte,
el cielo donde se filtra el viento.

Soy yo la sangre de mi cuerpo
flaco y desnudo, que descifras,
al sentir la fuerza de mi deseo.

Acaricio la curva de tus muslos
un nuevo paisaje se abre a mis sentidos
y te entregas, soberbia, al dolor del mundo.

¿Qué dolores hay en tu carne herida?
En la montaña, mística, hay secretos
que jamás el hombre su razón dará vida.

Tu pubis cubierto de musgo
verde, me invita a descubrir,
la humedad oculta que baja del cielo puro.

Ay, mujer, de cielo, nube y agua,
tus ojos y los astros en movimiento,
ay, mujer, dínamo irrefrenable, savia.

Para buscar nuestro ser –que es encuentro–,
entre el gemido, la carne y el olor,
viajamos por nuestros cuerpos.

La gota, que soy yo, viene a nacer
en ti a través de ti en tu cuerpo
amor, somos uno contigo en la mar del ser.