jueves, 17 de febrero de 2011

Dos corazones

Dos corazones
palpitan en el vientre
de la madre tierra.

Se rompe el pavimento.
Nace del vientre una vida.
Logra el polvo un cuerpo.

Dos corazones
palpitan en el pecho
enamorado.

El arcoíris
húmedo goza la luz
del rayo solar.

Soy un sueño de la luz
que no recuerda su casa.
El comienzo del iris.

Si también el sol es barro
y la luna también lodo,
luz soy y emana del soñamos.

Coplas del Son Jarocho de Playa Vicente Veracruz


Andaba por las librerías de viejo o del olvido o del tiempo detenido, registrado, pues en sus escaparates hay tantos libros olvidados, tanto tiempo detenido, que no se les puede llamar de otra forma. Aunque ese polvo sea atractivo para unos cuantos solitarios. ¿Qué lector no sueña con tener una librería en dónde perderse y olvidar y recuperar el tiempo perdido?

Pues en los libros de viejo me pierdo cada vez que puedo y compro algún libro que atraiga mi intuición. Esta vez fue Del hilo de mis sentidos, un libro de copleros de Veracruz o, para ser más precisos, del Municipio de Playa Vicente Veracruz. Un pueblo de esencia zapoteca que cultiva el son jarocho. Lo compré por una fuerte nostalgia a la tierra donde sucedió mi infancia. Al hojearlo recordé la canción que llenaba mi niñez de dulces al tocar las puertas con una rama, adornada al gusto, en época de pascua: “naranjas y limas/ limas y limones/ más linda la Virgen/ que todas las flores”.  

Así adquirí un hermoso libro de poesía. Jamás he ido a Playa Vicente, pero su esencia me llegó a través de sus coplas. Contiene una reflexiva introducción sobre el son en México y sus repercusiones. Tales como la contracultura del son ante la globalización y la fuerte influencia de la música yanqui. También, yo agregaría, la resistencia –rebelde tradición cultural– lingüística, llena de esencia de cañas y de pájaros, ante la hegemonía del gusto y lengua impuesta de las ciudades industrializadas; sobre el reconocimiento de nuestra identidad, extraviada en la cultura desechable.

El son, en contra de la música-deshecho, y cualquiera sabe a lo que me refiero, es una música que nació del campo para quedarse en la memoria. No en vano, ni para llenarse los bolsillos, nació la música y los versos, sino para cantar, aconsejar y consolar a los hombres, mujeres y niños que las escuchen. Las coplas se transmitían de cantante a cantante y el libro Del hilo de mis sentidos es un testimonio de aquella tradición. Es una transcripción de los intérpretes o memorias vivas, pues todas las coplas impresas en este libro fueron dictadas por jarochos, que vale la pena mencionar:

Don Francisco Ramírez Carbajal, “tío chico” (1901-1990), el hombre que vivió el apogeo del fandango, “con polainas y pistola al cinto, y bailaba sus bambas palmeadas” hasta el amanecer en algún rancho. El hombre que aconseja: “sigan tocando hijo, para que el son sigua siendo vida”.

Don Elías Meléndez Núñez (1922), el hombre adusto, cual pinta su retrato de campesino. El que iba de “fandango en fandango a lomo de bestia” y conservando el “Don que no se le acaba ni con el tiempo ni con la edad”.

Don Higinio Tadeo Balderas, “el negro” (1918), el “gallo matriculado”, el “sobreviviente del desastre natural  que fue la inundación del año 1944 en la Candelaria”, el bailarín y respetuoso “negro Tadeo”. 

Pues estos hombres son algunos personajes del libro y de la historia de Playa Vicente Veracruz. Y sin más preámbulos, quisiera compartirles algunos versos de este libro cargado de identidad y experiencia. Este libro que contiene coplas para el corazón extraviado.
 
Del hilo de mis sentidos
ahora les vengo a cantar
a mis amigos les digo
que no puedo improvisar
les canto versos sabidos
que a otro pude agarrar.

Yo no soy de mucha ciencia
pero en el decir me fundo
lo digo con experiencia
no lo dice un moribundo
hay quien no tiene vergüenza.

Ahora sí china del alma
ya no nos condenaremos
se acabaron los infiernos
ya los diablos se murieron.

Al pie de un verdioso olivo
triste mi amor se quejó
yo le pido a mis amigos
que el día que me muera yo,
no me echen al olvido
que me encomienden a Dios.

NACIMIENTO PASCUAS DEL NIÑO DIOS

Para comenzar
permiso les pido
para saludar si
soy recibido.

Naranjas y limas 
limas y limones
más linda es la Virgen
que todas las flores.

Si soy recibido
con todo el honor
un poco instruido
daré un pormenor.

Naranjas y limas
limas y limones
más linda es la Virgen
que todas las flores.

Daré un pormenor
y sigo en la veta
Nació el Redentor
gritan los profetas.

Naranjas y limas...

Gritan los porfetas
con mucha alegría 
y sigo en la veta
porque hoy es el día....

Naranjas y limas...

Denme mi aguinaldo
si me lo han de dar
que la noche es corta
tenemos que andar.

Naranjas y limas...

Desde el otro lado
les puse la proa
para mi aguinaldo
traje una canoa.


Naranjas y limas...

Ya se va la rama
muy agradecida
porque en esta casa
fue bien recibida.


ABRAHAM PERALTA VÉLEZ

Soledad. Literatura emergente


Esta poesía nace de un jovén, Joseph Ramirez, que entre el agetreo de la vida diaria -el trabajo, el hijo, la esposa- hace una espacio para escribir en soledad y a la soledad.

La cabrona soledad tocó mi puerta esta llorona mañana,
una, dos, tres de la madrugada, los ojos que no se apagan 
y esas rameras musas andan en mano de sabe cuánto forastero.

No puedo dormir. Me escupe en la cara,
me monta como una perra celosa y carcome mis entrañas.

ANDALUZ


Hablo de este  andaluz que llevo dentro,
de su tristeza inmensa, como el mar,
de su mirada  honda, como un pozo,
de su piel milenaria y trasudada.
Hablo de este  andaluz, tan andaluz
como el cante  y el  vino y la  guitarra;
como las  fatiguitas  de  la muerte
y el renacer perpetuo del deseo.
Hablo de este  andaluz que huye y  huye
en su  jaca  cegada  de pasiones
por  los  largos  caminos de la ausencia
con su  viva  casaca  de alamares.
Andaluz  de crepúsculos  y auroras;
de  medias  tardes  rojas y horas lentas.
Andaluz sin su reino, como  todos
los andaluces,  solo  y destronado.
Andaluz para  el llanto y para el beso.
Arca  de mil memorias, donde el polvo
se rebela  gritándole  al olvido.
Viejo  carro parado  en puerta  falsa
de casa  abandonada. Vagabundo
gimiendo  bajo el  puente de la  vida,
muerto de soledad y acariciando
leves y fugitivos  paraísos.
Andaluz, andaluz siempre  sediento
de amor y de alegría, aunque fingiendo
ante el mundo ser  dueño  de ambas  glorias.
Andaluz  por  millones  de  muertos y de vivos.
Hablo de este andaluz, de  esta locura
que lleva  en la ilusión de sus zapatos
barro de los  planetas  más remotos
y galaxias  encinta  en su sombrero.

       JUAN  CERVERA  SANCHIS
      México D. F.,  14  febrero  2011