lunes, 24 de septiembre de 2012

Eso que revienta, de J. Andrés Herrera

En estos días amanece el dolor. Un sol milenario, que vuelve y nos despierta: enfermos en el hospital, hambre de pordiosero, poder de prepotencia, culpables libres e inocentes presos, cerrazón adinerada, estudio sin fin, muerte...

En estos días dolorosamente típicos en la ciudad de México, donde "no cabe ni el polvo" y "Dios no halló lugar en nuestro reino", en estos días, J. Andrés Herrera, joven de 22 años, viene de muy lejos y revienta el éter poético.

Por más que sea el dolor el segundero de nuestras horas, uno no termina por acostumbrarse a la miseria humana. Por esto, "en esta tierra donde no se aceptan gotas de cometa", el poeta J. Andrés Herrera desmadra y crea trabado de belleza lejana y etérea.

Se traslucen los viajes, los desmadres, las caminatas, la urbe y los amores, en Eso que revienta, de J. Andrés Herrera. La poesía, ya desformada a la arteria del poeta, sin otra forma que el fondo de la existencia, nos revela el amor, es decir, esa "parte más sólida del encuentro", es decir, "el número áureo, la perfección, el infinito, Dios".

Eso que revienta se hace jazz, y se pierde y gana el remolino del amor; la violencia del tiempo, el enfrentamiento del poeta con sus lectores y, aun más, el conflicto de enfrentar la vida como un fuego que se consume y lo consume todo a su paso: paisajes místicos, crudas, drogas, erotismos, música, soledades, soledades cósmicas.

Échenle un vistazo a esto, Eso que revienta, pues "NO HAY NINGÚN PINCHE DERECHO RESERVADO".

Abraham Peralta Vélez