Los tejados de mi pueblo,
cuando era niño yo,
se vestían
de jaramagos en flor
y yo, niño, me creía
que se alfombraban de sol.
Los tejados de mi pueblo,
fascinante ensoñación,
se vestían de jaramagos,
y era mi pueblo un amor
bajo el hondo azul del cielo
de Andalucía oliendo a Dios.
JUAN CERVERA SANCHIS
México D. F., 13 Junio 2011