Ya que no viví mi vida
dejadme morir mi muerte
por mi vida concebida.
Dejadme morir mi muerte
en la invisible sonrisa
de Dios, gozando invisibles
placeres, y fantasías
invisibles, bajo el beso
invisible de la dicha.
Dejadme morir mi muerte,
ya que no viví mi vida,
en la belleza sin tumba
de mis aladas cenizas.
Arrojad mi muerte al viento
y rubricad la alegría
de mi muerte. ¡Qué no llore
nadie por la muerte mía!
¡Que mi muerte me hará libre
en sus entrañas dulcísimas!
Dejadme, amigos, dejadme,
ya que no viví mi vida,
morir, al menos, mi muerte
por mi vida concebida.
JUAN CERVERA SANCHÍS
México D. F., 9 Marzo 2011
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