martes, 1 de mayo de 2012

Regalo del día del niño

El que sonríe y mira como niño: el que crea juegos impensables.

Ilustración: Abraham Peralta Vélez
Nombrado niño rebelde por los que lo conocen, la mayoría de cosas las transforma, invierte las letras para construir gustosas canciones y susurrarlas al ritmo del mar, el que patea la pelota pero también la enfrenta y defiende su territorio, semejante al gato, sigiloso pero también estruendoso, callejero por las noches pero con ojos de perro noble, que como pocos disfruta de la lluvia, inquieto en la escuela, pues no le gusta que lo regañen porque casi siempre tiene mocos, ni tampoco le gusta lo que le enseñan, su único consuelo es ir a ver a las niñas que lo cautivan y entonces él imagina llegar a la luna e inventar con ellas un juego de nubes interminable. Dice que no necesita ir a la escuela pues él en un futuro será jardinero y no necesitará de un método científico.

Con personas ajenas es modesto, pero en casa es gritón y gesticula bruscamente si algo no le gusta, pues según él, es fino con la comida, con su ropa, con sus juguetes y con sus libros de adivinanzas, ya que le molesta mucho que se los maltraten. También le molesta escuchar, según él, absurdas platicas de adultos, sin embargo, si está con su madre puede tolerar las platicas. Su madre preocupada ante la rebeldía de no querer ir a la escuela, lo regaña, pero cada fin de semana lo lleva a los parques, propiciando su próxima profesión y agradeciendo que por lo menos el chamaco aprendió a leer y a escribir para cantar juntos sus canciones.

Su mejor recuerdo hasta ahora es haber ido al mar con su familia, subirse a la lancha y haber sido el consentido del lanchero por enseñarle a pescar un gran pez, al igual que atrapar grandes tortugas. En sus ratos libres toca la guitarra, canta, juega a ser bombero, dibuja peces, flores y niñas, siempre en compañía de su perro, con el cual platica y juega todos los días. A comparación de sus  compañeros no le interesan unos tenis de spiderman, dice que esas botas rotas le bastan para caminar de la mano con su flor predilecta: el jazmín. Por las noches reza, pues es fiel creyente en dios, porque le enseñaron que Dios es amor y él es un niño enamorado.

Para mi eterno niño, con manos de hombre, que, como cualquier otro niño llora hondamente en el rincón de su casa; pero con una buena paleta o un buen chocolate que contengan ilusión, retoma su alma de niño. Te quiero.

Adriana Aguilar Morales

FELIZ DÍA DEL NIÑO

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