jueves, 2 de agosto de 2012

AMOR

No vale pena tras pena
la vida sin amor.
Sin amor el ser humano
se abandona, volátil,
a su arcilla pasajera,
a su convulso intestino,
sin sentido y desgraciado.

Cuando se ama
es sagrado y hermoso
el pétalo en el aire,
el polvo entre tus pasos,
la herida en el ala.
Cuando se ama la poesía.
Cada efluvio, cada gota,
llena el vacío de Dios.

No vale vivir sin amor
la pena que arrastramos,
ni el dolor que nos cercamos.
El amor aspira a más
que carne satisfecha,
que oficio y beneficio,
a más que sólo esta vida
tan efímera y endecha.

Sin amor es podredumbre
la tierra que escupimos.
Amar, amar, amar sin ego
y con orgullo de jardinero.
Cuida tu flor humildemente,
respeta su misterio,
                de luz acumulada,
cuídala, porque eres tú,
el sol tras la flor inmarcesible. 
No basta con ser amado,
no basta, hay que romper el río,
ser el río, abandonar a Narciso
en las mismas aguas de lo amado.

Amar es ser. Cuando se ama
se crea lo mejor del hombre,
lo más alto y divino:
la ilusión tejida de un abrigo,
la pasión de una cruz,
la posada, el té y la sopa
para los marineros peregrinos,
la flor para un niño desahuciado...

Empeñados en creer y creer,
con la soga al cuello,
que la vida y sus trabajos
vale mucho la pena de vivir,
con la ilusión de un vientre enamorado.

De querer, de crear y de creer
en un fin más alto, más noble,
para esta arcilla de hambre
y asesina, que es el hombre.

Abraham Peralta Vélez, 2 de agosto de 2012

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