En la Catedral de México
se quedaron, mi Vida, tus cenizas,
tú, ¡bendito sea!, te viniste conmigo
y tu alma y yo vivimos plenamente
bajo el radiante cielo azul de
Andalucía.
En la Catedral de México
se quedaron, mi Vida, tus cenizas,
tú no, tú no te quedaste
en los sombríos subterráneos
de la Catedral de México,
porque tú, mi Amor, tú,
jamás fuiste ceniza y jamás lo
serás.
Tú siempre fuiste luz y luz continúas
siendo;
preciosa y noble luz que me ilumina
y amorosamente me acompaña donde
quiera que voy.
JUAN CERVERASANCHIS JIMENEZ Y RUEDA
ANDALUCIA Enero 2014
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